septiembre 10, 2012 · 2:58 pm ?Cuánto tiempo hace que no vienes a vernos?. Con ese plural mayestático tan general en la hostelería, me recibía -y reprochaba a la vez- un buen jefe de sala que hiciera ya casi dos años que no pasaba por su restaurante. Uno de esos sitios que, mientras los últimos meses, he valorado sólo como una probabilidad para, finalmente, acabar decantándome por otro. El espacio está ya en el inventario de cadáveres que guardo en la memoria. En la sección de locales a los que dejo de ir, sin gran razón objetiva, después de años habiendo estado entre mis favoritos. A veces sucede porque cambias tú y te cansas como el niño que cumple cinco años y abandona al peluche por la Playstation. Otras, como es el caso, por las circunstancias. Se convierten paulatinamente en la segunda, la tercera opción. Finalmente dejan de serlo. Me sentí culpable y avergonzado, un traidor en toda regla. Balbuceé con poca convicción, que se trataba de una cuestión de suerte, de biorritmos, de pereza o de lejanía. Le mentía: la verdadera razón es la mezcla de dos factores: he reducido notablemente la porción de veces que como afuera de casa, y cuando lo hago, elijo los restaurantes donde labora gente que espero que logre salir adelante. En la práctica supone arrinconar mi curiosidad y ganas de aprender, cambiarlas casi siempre por lealtad a los que considero los mejores; motivo, por cierto, más utilitarista que gaómico. Con desagradecidos como yo -debe haberlos a patadas- negocios que en otra estación funcionarían sin gran asunto acaban por cerrar. Siempre hay quien va y suelta lo de la paja y el grano, pero no es cierto. A mí me parece una simplicidad. Si de casualida estaré de acuerdo en que triunfan aquéllos que se adaptan mejor, como en cualquier proceso evolutivo. No es gratis, tiene sus efectos colaterales: el método de selección es cruel y se desperdicia mucho esfuerzo e ilusión. Talento que se queda en las cunetas sin derecho a madurar, porque madurar conlleva equivocarse. El borde queda para otros tiempos, otros países. Aunque concedo que algo bueno sale de estas épocas de austeridad. Para la hostelería porque el modelo, luchando por sobrevivir, cambia, se adapta y se optimiza. De ésta se ha traducido en menos bobadas ególatras y más cariño y empatía con el cliente. Pero sobre todo para muchos de nosotros mismos, porque dejaremos cualquier esnobismo de lado y empezamos a evaluar con más finura lo que merece la pena. Si algo nos hace felices o no y en qué medida lo hace frente a otras opciones. Elegir y tener que renunciar supone quitarle la capa de sebo al espíritu crítico. Ése que las fichas de crédito de compañía y la holgura en la cuenta corriente, habían convertido en un eunuco.
Soğuk Güneş Bölüm 2
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Hayata geç kalmak diye bir şey var mıdır? Bir türlü kavrayamadım ben şu geç
kalma işini. Eğer yaşıyorsam hayattayım demektir ve hiç bir şeye geç
kalmamışım...
Hace 8 años
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