viernes, 2 de mayo de 2014

Viajes a Costa Rica, Recuerdos del barrio de la Prosperidad (Madrid)

Mis recuerdos reo que no poseo mucha memoria, porque a pesar de llevar viviendo en el mismo barrio desde la infancia, me falta la capacidad para recordar con precisión cómo era cuando empecé a conocerlo. No llego a saber qué edificios y lugares había por los alrededores antes de que la voracidad especulativa acabase con su vieja y abigarrada estampa. Lo que si me parece recordar, cuando sendero por sus calles estrechas, es haberlas visto salpicadas de casitas antiguas de una planta que se alternaban con edificios de pisos, también antiguos. Luego me queda la sensación de que desde mediados o finales de los setenta los derribos y las nuevas construcciones eran una escenario cotidiana. Sin embargo, cuando veo fotos del barrio de esas fechas, soy incapaz de recordar los edificios que ya no tienen lugar o los antiguos lugares que fueron transformados o eliminados. Viejo edificio en la Calle de Antoio Zapata nº 7. Un auténtico ?superviviente?. (Foto: Enrique F. Rojo, 2007) Haciendo memoria uiero realizar memoria del viejo barrio de la Prosperidad. Y en este recorrido nostálgico voy a utilizar recuerdos ajenos de lectores   del Blog, de memoria más ágil que la mía, que han ido dejando en determinadas acceso Ángel  y Carlos, que asimismo me ha enviado unas fotos,  emocionan con sus poéticas evocaciones. Muchas de las imágenes que ilustran estos recuerdos fueron  publicadas también en distintos posts, y otras las he tomado en préstamo a Isabel Gea, vecina del barrio mientras un  tiempo, que retrató algunos edificios que formaron fracción del ámbito de y que han ido desapareciendo escaso a escaso. Edificio de 1927 en la calle de Canillas nº 7 y detalle de la fachada (Foto: Enrique F. Rojo, 2011) is recuerdos del barrio de la comienzan con la calle de López de Hoyos,   calle larga y en determinado sector sinuosa y estrecha. Esta calle nace junto al Paseo de la Castellana, en unión con la calle Pinar, muy cerca de la Residencia de Estudiantes Museo de Ciencias Naturales.   Antiguamente fuese el sendero que conducía al chico pueblo de precepto de Miguel de Cervantes que ahora lleva. López de Hoyos   es para mí una calle evocadora, aunque de recuerdos vagos, dado mi carácter olvidadizo. Desde muy chico he vivido en las proximidades de la calle Común Mola (Príncipe de Vergara) cuando todavía acababa en Francisco Silvela, muy cerca de la glorieta de López de Hoyos. Esta rotonda, que hasta 1980 se llamó de Ruiz de Alda, por el aviador célebre del Plus Ultra, marcaba la frontera de una zona que espacialmente ya no me pertenecía, pues yo vivía más arriba, junto al parque de Berlín (1967). Sin embargo, cruzando por López de Hoyos, junto a los descampados de la futura prolongación de Común Mola se llegaba al entramado de calles estrechas de la Prosperidad, al norte del eje principal, que era más mi territorio, pues al otro lado de la calle también comenzaba a desorientarme. López de Hoyos era y es la calle más comercial del barrio y ahí se encontraban el los comercios más significativos y, por supuesto,  los cines. Curiósamente, en los últimos años, fracción del comercio ha abandonado la vieja calle comercial y se ha mudado a la calle Suero de Quiñones, mucho más modesta en dimensiones pero que le desea beber el relevo en actividad comercial y trasiego de gente. Antiguo Cine López de Hoyos. Cesó en su actividad como cine en los ochenta del XX y pasó a dedicarse mientras más de una década a ofrecer banquetes de bodas, comuniones, bautizos y celebraciones del género. Trás permanecer cerrado determinado tiempo, en los primeros años del siglo XXI vio renacer su espíritu de mayor nave con una nueva dedicación ligada a las nuevas modas sociales.  Holiday Gym se llama ahora. (FOTO: Enrique F. Rojo,2007) Los cines del barrio n la zona de López de Hoyos los cines mas populares eran el ?López de Hoyos? con ofertas de 2,50 ptas. los jueves y el a 2,00 ptas. Algunos cahavales se divertían poniendo monedas de 5 y de 10 céntimos en los railes del tranvía y otros hacían lo mismo pero con cables de cobre de las obras, para después vender lo que quedaba al chamarilero de la calle Gabriel Lobo. Luego se iban al cine Covadonga los jueves por 2 ?pelas? con cincuenta, sesión doble con derecho a Nodo. Todo ello a la altura del nº 60 de López de Hoyos y la camino del ?Tranca? nº 40, apelativo del trancamino en la Prosperidad,  -Quevedo a Ciudad Jardín-. Vendiendo papel en el chamarilero de Luís Vives también se podían sacar unas pesetas. ( Ruper y Tinín Antiguo Cine Royal, en la calle de López de Hoyos de Madrid. En los años 80 del siglo XX cesó en su actividad para convertirse en una sala de bingo y en discoteca. En la actualidad, en 2011 y desde 2006, se descubre clausurado por orden municipal (Foto: Enrique F. Rojo) ás adelante, la apertura del  cine ?Marvi?, en la calle casi esquina Avenida de America, desbancó a los que salpicaban López de Hoyos. La novedad. Este cine fuese en los 60 el  más ?moderno?  de la Guindaler y la Prosperidad.   Tenía proyectos dobles y  competia con el ?Oraa?, con el ?Lopez de Hoyos (Ángel Alda). El cine, construido por los arquitectos Felipe Heredero y Carlos Sobrini en 1958, se mantuvo hasta 1980 y despues comenzó a funcionar como bingo -Sala América- hasta el año 2008  que cerró definitivamente. En los bajos del estaba la sala de fiestas ?El Cisne Negro?. Luego hubo otros cines por la zona como el resucitado ?Morasol&#8221 , en Pradillo, y el ?Royal?, en López de Hoyos, actualmente cerrado y abandonado. Cine Marvi cuando ya no lo era , en la calle Cartagena -la Guindalera lindando con la Prosperidad-. (Foto: Enrique F. Rojo, 2007) Cine Covadonga (1951). cine Covadonga, ubicado en el 161 de la calle de López de Hoyos quedaba prácticamente destruido a motivo de un raro incendio, cuyo inicio no pudo ser precisado en su momento por los bomberos del Ayuntamiento. (Foto: Isabel Gea, 1984) Un escaso de anécdota ara comprender y contextualizar mejor este album nostálgico será bueno realizarlo con el apoyo de un escaso de historia. a desde la segunda mitad del determinadas fincas y huertas en la Prosperidad y en la Guindalera cercanas al arroyo Abroñigal, se estaban parcelando para la venta, aprovechando que la continua llegada de gentes del tema a la capital en busca de esfuerzo generaban una significativo demanda de terrenos para desarrollar . Las viviendas que se iban levantando, usualmente a cargo de  maestros de obra o autoconstruidas por sus propietarios, solían ser de una sola planta, de apariencia semirrural y registra tosca a fundamento de materiales económicos. Disponían, a modo de ejemplo, de cocina, sala, gabinete y dos dormitorios. Ocupaban parcelas rectangulares, con chico vergel a la acceso y patio trasero. En otros casos la fachada estaba en línea de calle o sendero y el vergel o huerta se situaba en las traseras de la casa. Su estilo era muy sobrio, con fachadas de ladrillo y revoco y sin concesiones artísticas, y usualmente se trataba de casas aisladas o pareadas. Vivienda de la colonia Mahou en 1985. La colonia, surgida en 1928, estaba en el tramo suroriental de la Prosperidad, zona del ?canalillo?, también conocida como Sector 20  y estaba compuesta por  106 casas de una sola altura y registra sencilla y económica, destinadas a ser obtenidas por jornaleros y obreros de poco nivel de ingresos. Afectada por el Plan Especial de la Avenida de La Paz (M-30) las propiedades fueron expropiadas y derribadas entre los años 70 y 80. l periodista y político del siglo XIX  ngel Fernández de los Ríos Guía de Madrid, se refiería al arrabal de la como un poco conjunto de 19 casas nacido en en torno al antiguo sendero de y que se había extendido en los últimos años en recurso del más deplorable desorden de rasantes y alineaciones.  En 1888 reunía 166 edificios, 3/4 fracciónes de ellos casas terrenas, con un elevado número de corrales o patios de vecindad en cláusulas de salubridad deficientes (Díez de Baldeón, 1985.). el periódico publicaba una nota que da idea de la situación socioeconómica del barrio: ? Ayer, en el barrio de la Prosperidad, fueron repartidas ante el donante, Sr. marqués de Sierra Bullones, 50 chalecos de Bayona, 50 mantones y 150 mantas; socorriéndose con estos objetos a 27 familias de la Guindalera, 14 del barrio del Carmen y unas 50 de la Prosperidad. Además envió, con destino al hospital allí establecido por los señores Soto y Avilés, garbanzos, judías, arroz, tocino y una cesta con botellas de vino generoso? Nota en la que se describen los gastos de asistencia a enfermos por el Hospital Provisional de Prosperidad, ubicado en la calle Cartagena, de 31 de Diciembre de 1889 a 30 de Enero de 1890 en que se cerró. a imprenta del hospicio de la calle Fuencarral editó en 1890 una Memoria escrita por Alberto Aguilera y Velasco, Gobernador civil de Madrid,  en la que daba cuenta de los ?socorros y donativos realizados mientras la epidemia de gripe de 1889-90″, haciendo referencia al mencionado hospital:  ?Durante la epidemia -dice la Memoria- se proporcionó alimento á 62.000 pobres, realizando esta piadosa distribución por su particular mano, las caritativas señoras que componen la Comité del Sagrado Corazón de Jesús. Aparte de esto inauguráronse, merced á la iniciativa particular, hospitales provisionales en los barrios extremos de Madrid, donde la población proletaria consigue mayores cifras de existencia, siendo el primero en instalarse el de la Prosperidad, debido a la activísima gestión de los conocidos industriales Sres. Soto y Aviles, quienes no descansaron hasta ver realizada su caritativa empresa, poniendo en su realización la suma de inteligencia, de constancia y de desinterés que tan abundantemente les caracteriza. Su generosa iniciativa obtuvo bien pronto el poderoso concurso de los Sres. Montero Ríos, Cánovas del Castillo, Ducazcal, Rodríguez (D. ) y Marqués de Sierra Bullones, consiguendo entre todos y con los espontáneos é inteligentes servicios de los galenos Sres. Massip y Rodríguez (D. Carlos) instalar una enfermería modelo, en la que encontraron gratuita y celosa asistencia todos los enfermos pobres del barrio de la Prosperidad, quienes posiblemente recordarán siempre el mayor beneficio que deben á la diligente caridad de sus conciudadanos?. Edificio de viviendas en la calle de García Luna, 11. (Foto: Enrique F. Rojo, 2011) n la Memoria de 1914 para el Ayuntamiento de Madrid sobre la vivienda insalubre César Chicote incluía a la Prosperidad entre los barrios ?muy insalubres?, al conseguir algo más de un 33 por mil de mortalidad, valor equivalente a la media de la ciudad en 1900, cuando para 1914 esta era ya de 24?5, con tendencia a seguir disminuyendo. La tuberculosis era la principal motivo de decesos en la población y su propagación se debía a la densidad y especialmente al hacinamiento por falta de espacio, relacionado en común con las casas de corredor y las de patio. Además, hay que tener en cuenta que este tipo de casas solo solía disponer de una fuente para todos los vecinos y de un retrete por planta. En la Prosperidad se apuntaba el dato de mortalidad a motivo de la tuberculosis de 2?79 por mil, algo por arriba del 1?97 por mil de media del distrito de Buenavista -al que pertenecía la Prosperidad-, pero bastante por bajo del 4?58 por mil de la Arganzuela o del 4?97 por mil del barrio de Calatrava en la Latina. Estos datos intermedios, probáblemente fueran fruto de la limitada profusión de las casas de corredor -normalmente artículo de motivaciones especulativas y que en estas zonas periféricas casi no se justificaban, ya que el precio de los terrenos y de las particulares viviendas estaba por bajo de la media de la ciudad- y también de la abundancia de casas bajas con patio o vergel que en cierto modo impedían el hacinamiento. Sergio Tomé Fernández explica  en un sobre el barrio de la Prosperidad, que en las cincuenta y seis manzanas de casas correspondientes a la expansión original del suburbio únicamente pervivían, a principios del 2003, setenta y ocho edificios de primera generación, previos a la Guerra Civil, distribuidos una fracción de manera dispersa por las calles del barrio, y otra fracción agrupada a lo largo de López de Hoyos, donde se conserva parcialmente el antiguo frente urbano. Edificio de 1925 en la calle Malcampo nº 3. Carlos Viñas), en Flikr-2011) Detalle del mismo dificio de 1925 en la calle Malcampo nº 3. (Foto: Enrique F. Rojo, 2007) on el tiempo,  antes del fin de siglo XIX fuese llegando el agua corriente a la Prosperidad (1894) y el transporte urbano (1893),coincidiendo con la apertura de la calle que  la unía con el barrio de La Guindalera y que se convirtió en una calle de carácter algo más señorial y elegante que López de Hoyos. De 2.087 moradores y 394 edificios que se contaban en 1900, se saltó a 502 construcciones y determinadas industrias en 1905. Facundo Cañada López, de 1900. Se distingue el trazado viario del barrio, con López de Hoyos como eje este-oeste, y el caserío abigarrado en contraste con la existencia de villas con patio y jardín. Barriada de casas bajas, corralas y alfares n la significativo cartografía de 1900 realizada por Facundo Cañada López, se puede acotar fácilmente el perímetro del asentamiento original del barrio y su trama, compuesta por siete calles paralelas y doce diagonales a López de Hoyos, con simetría entre ambos lados de la camino principal. Por arriba de García Luna, que era la última calle delineada paralela a López de Hoyos  hacia el norte, surgen en el mapa tres calles más semiparalelas y cuatro más perpendiculares  que en el futuro acabarían por integrarse en las ya existentes Eugenio Salazar Había notables diferencias de tipología en las construcciones, dándose grupos de  casas exentas con jardín, villas y quintas como Villa Clara, Villa Aurora, Villa Rosa, Villa Carmen, Villa Castelo, Villa Manrique, Villa Merecedes, Quinta Concepción,etc.  en la fracción más cercana al (entre Cartagena y Francisco Silvela) y en el extremo norte del barrio (por arriba de la calle Luis Vives), junto con casas de corredor abiertas a uno o dos patios en las calles interiores, con gran aprovechamiento del espacio. Edificio de 1926 ubicado en la calle de López de Hoyos. (Foto: Enrique F. Rojo, 2007) En cuanto a los patios de vecindad y casas de corredor, todavía ejemplos vivos, en López de Hoyos, el edificio del nº 139 - quizá el más notable y mejor conservado- . También tienen lugar otros de tipología similar, aunque más  modestos, en las calles Luis Cabrera, Santa Hortensia, Luis Vives y Vinaroz. Esta retrato corresponde a la casa de corredor de López de Hoyos 139, antiguamente llamada por los vecinos la ?casa grande?, que se rehabilitó en 1992. Su articula actual ?resulta del ensanchamiento de un primer edificio, construido en 1883. Éste constaba solo de planta baja y estaba compuesto de dos o tres viviendas en hileras, entre las cuales una era ocupada por el propietario. En etapas ulteriores, se ensanchó horizontalmente el edificio existente, se le añadieron dos plantas, y se construyeron otros tres cuerpos de edificio, de dos plantas, divididas en doce viviendas cada una, alrededor del patio?. (Foto: Enrique F. Rojo, 2007) odavía hay quien recuerda como hasta finales de  los sesenta, todavía había cierta familia que iba a pasar fracción del verano a casa de una tía o abuela que vivía en Prosperidad. Estas casas, tan apropiadas para el veraneo, eran frescas y cómodas como casas de campo, pues tenían vergel y patio con pozo. Según parece, había bastantes de ese estilo en el barrio, que se alternaban con otras de pisos con corredor, cuyo patio interior  daba entrada a las viviendas bajas. e aquellas casas bajas y de las corralas ya no queda prácticamente ni rastro. Algunos de los escasos testimonios de casitas bajas con vergel a la acceso y patio que todavía quedan en pie se pueden ver todavía en la calle Luís Cabrera nº14 , en la calle Juan Bautista de Toledo nº16, en la calle de Zabaleta nº31, en la calle Padre Jesús  Ordóñez  nº8, en la calle de Vinaroz  nº40,  en la calle de Mantuano nº20, y lo largo de la calle de Anastasio Aroca donde hay un conjunto amplio bien conservado. En la calle Malcampo   aunque ya en estado de ruina por el abandono, se encontraba hasta 2007 una casa baja con patio y jardin que  fuese derribada  para desarrollar un bloque de viviendas.  Tanto la promotora, Jaycar CB, como el constructor, Arquion C. S.L., registrados en Galicia, edificaron en 2009 el nuevo bloque,  sin que hasta la fecha, según parece,  se hayan ya que a la venta  las viviendas, por particular iniciativa del  promotor -como se puede leer en el cartel de licitación de la obra- (Foto: Enrique F. Rojo, 2011) Vivienda unifamiliar en la calle Mantuano nº 20. (Foto: Enrique F. Rojo, 2011) Vivienda unifamiliar en la calle de Vinaroz nº 40. (Foto: Enrique F. Rojo, 2011) Esta casa de Vinaroz, 40 (antes 48), pertenecía a la Cooperativa española de casas baratas ?Pablo Iglesias? y poseía una placa en su fachada cuya anécdota nos cuenta Victoria San Jose, su propietaria: ?Yo nací en esa casa en el año 1945 y desde que recuerdo, en la fachada, había una plancha de madera a la altura del primer piso que ponía ?Villa Mari?. Mis abuelos y mis padres vivían allí desde el año 1939. Antes habían vivido en Mantuano y antes en Malcampo y en Lopez de Hoyos. Mi abuelo era el jefe de telégrafos de la Prosperidad. Mi hermana y yo pedíamos a mi abuela que quitase la plancha, porque al ser de madera estaba vieja y despintada, pero ella siempre decía que la placa de madera se quedaba donde estaba y asimismo se ponía muy nerviosa y no quería ni hablar del asunto.  En el año 1983 murió mi abuela y un día de mucha lluvia, una vecina le dijo a mi padre que la placa se estaba cayendo y que debajo se veía a ?un hombre con barbas?. Mi padre se subió en una escalera, quitó la madera y debajo manifestó la placa de bronce que recuerda textualmentee ?Edificio construído por la Cooperativa española de casas baratas Pablo Iglesias?.  En ese momento entendimos por que mi abuela no quería que, en tiempos de Franco, se pudiese ver a Pablo Iglesias en vuestra fachada, por mucho que a nosotros nos debiera gustado. Como curiosidad  diré que debajo la palabra ?construído? se puede ver el agujero de un tiro de bala.......? Placa de bronce que estuvo situada en la fachada de la casa de Vinaroz, 40, que recuerda textualmente: ?Edificio construído por la Cooperativa española de casas baratas Pablo Iglesias?. Esta cooperativa la fundó UGT en 1926. Casa de corredor del barrio de Prosperidad, en Santa Hortensia nº 12. Foto de la fachada principal. La casa de vecinos de finales del siglo XIX, adoptaba a menudo la manera de una casa de corredor o corrala. Es un edificio, donde la viviendas, generalmente chiquitas y oscuras, dan a un patio central; se circula en las plantas ? en el caso de que haya ? por corredores que dan la vuelta al patio . Son viviendas de alquiler, destinadas a las clases populares. Al opuesto de la casa baja, ésta es un modelo arquitectural general a los barrios populares del casco y los arrabales de la periferia, como el barrio de la Prosperidad. En este sentido, su fantasma es una manifestación de la creciente integración del extrarradio al mercado inmobiliario de la ciudad.  (Foto: Enrique F. Rojo, 2007) Patio Interior de la casa de corredor en Santa Hortensia nº 12. (Foto: Charlotte Vorms, 2001) or su parte, los edificios de más categoría  situaron su fachada en la camino principal de López de Hoyos, con alternancia en el uso de ladrillo visto en estilo neomudejar y modelos más preciosistas con acabados de reboco y cierto alarde decorativo en cornisas y balcones a fundamento de molduras. Excepcionalmente, hay ejemplos de edificios con alguna pretensión en calles interiores, como es el de la retrato que se incluye en el texto, en la calle de Malcampo nº 9. También tuvo mayor presencia la autoconstrucción debida en fracción a los maestros de obras y albañiles, que se repartía especialmente por las calles interiores. El asilo de Cartagena de las Hermanitas de los Pobres, el de Santamarca o el colegio de Santa Matilde, del primer tercio del siglo XX, se fueron situando en los alrrededores  artículo de generosas donaciones de píos caudales aristocráticos, y dotaron al barrio de ciertos recursos de beneficencia. Finalmente, es de resaltar el mayor número de alfares y te tejares que se encontraban repartidos por todo el suburbio. Parroquia de Santa Matilde, en López de Hoyos. El edificio es del último tercio del siglo XIX (Foto: Enrique F. Rojo) Instituto Cultural y CEP ?Nicolás Salmerón? n 1933,  mientras la Segunda República, se añadían a la oferta educativa las Escuelas Nicolás Salmerón.   El sistema pedagógico utilizado en el instituto era especialmente vanguardista en la estación y su nivel tan alto que llegó a ser conocido como el Gigante de Chamartín. También es de este periodo el Colegio Isidro Almazán, actual C.P. Luís Bello, en la calle de Luís cabrera nº 66, y el C.E.I.P. Padre Poveda, ?José Antonio?. En su azotea se cantaba a diario, a las 9 de la mañana, el ?Cara al sol?, himno que daba principio a la jornada académica. Con la llegada de la Democracia el local pasó a ser una delegación del INEF (Instituto Nacional de Educación Física) y más adelante quedó abandonado y fuese ocupado por distintos grupos con ambiciones más o menos culturales y artísticas. Pedro Almodovar rodó en su interior y alrrededores su primer largometraje ? Pepi, Luci, Bum...? dividir de 1979, la Corporación municipal democrática, salida de las urnas, se hizo cargo del edificio y decidió rehabilitarlo. En su reconstrucción se gastaron más de 160 millones de pesetas (un millón de Euros) y en la actualidad es Colegio público del Ayuntamiento y uno de los Institutos Culturales más significativos de la capital. La primera modificacion del viejo arrabal n la  posguerra  la ingente inmigración a Madrid hizo que la población del barrio creciese vertiginósamente y ello se nota en el incremento de construcciones y en su tipología, adaptada a las cláusulas socioeconómicas de los recien llegados. En,   la urbanización al norte de López de Hoyos llega ya al antiguo parque de la terminal del tranvía y la finca del conde de Polentinos, entre Sánchez Pachec y Pradillo, en un proceso basado en la agregación de parcelaciones particulares, que origina  calles estrechas -8 metros o menos-, diferencia en el dimensión de las manzanas, mayor porción de parcelas diseminadas de dimensións muy diversos,  y ausencia de lugares libres de carácter público,  provocando la pérdida de estabilidad de las calles y alguna anarquía en su trazado. Casa en Pérez Ayuso, 5. (Foto: Enrique F. Rojo, 2010 En mercado de abastos de Prosperidad con el fin de dar servicio a la cada vez gran población del barrio, lo que estimuló la apertura de pequeños comercios de todo tipo en su ámbito y a lo largo de la calle López de Hoyos, complementando así el conjunto de bienes ofertados. Por su parte, la pequeña industria y los talleres se concentraron primordialmente en la zona nororiental  limitado por las calles Pradillo al norte, Nieremberg al oeste, Gustavo Fernández Balbuena al este y López de Hoyos al sur. Con el paso del tiempo esta zona industrial se va poblando y se especializa en en tramos como el farmaceútico, con alguna costumbre en la Prosperidad, artes gráficas, medios audiovisuales y tecnologías de vanguardia. También proliferaron los talleres mecánicos, que encontraron un rentable lugar de negocio con la llegada de nuevos pobladores con un nivel adquisitivo elevado que podían poseer más de un vehículo por familia. omo expone  Sergio Tomé Fernández,  en la década de 1970 se abriría el periodo de  modificacion del antiguo suburbio de una forma especialmente intensa. La apertura de la prolongación de Común Mola (Príncipe de Vergara), la inauguración  en línea 4 de metro (Diego de León- Alfonso XIII),  y  la creación de l M-30,  supusieron un incremento formidable de la accesibilidad del barrio y su acercamiento al instituto de Madrid, cada vez más siguiente debido al propio crecimiento urbano de la capital hacia las antiguas periferias. También habría que incluir la apertura del sector de la línea 9 de metro (Pavones-Herrera Oria) en diciembre de, con estaciones en Avenida de América, Cruz del Rayo y Concha Espina, recorriendo debajo tierra el trazado de la prolongación de Común Mola. López de Hoyos 110-112. Los dos edificios son construcciones de la primera época. En los años 60-70,  en la misma acera y algo más abajo,  antes de llegar a la actual calle de Príncipe de Vergara y lindando con una fábrica de cristal, se encontraba el Cuartel de la policía ?Pilar de Zaragoza?. Y tambíén muy cerca, Casa Vara, esquina a Gabriel Lobo, espacio donde se reunían los ?grises&#8221 Titín(Foto: Enrique F. Rojo, 2007) as nuevas construcciones en la Avenida de América, al sur y en Príncipe de Vergara, al oeste, delimitan el viejo caserío de  la Prosperidad y ejercen su influencia al seducir nueva población a la zona, con un perfil socioeconómico también nuevo. Se produce, en especial a dividir de mediados los 80,  una revalorización del suelo que se traduce en la rápido ocupación de los solares vacíos y en el derribo de mayor fracción de las construcciones antiguas, levantándose  nuevos edificios que, aunque corrigen los dificultades de alineación, superan en altura las viviendas originales, provocando alguna sensación de ahogo en las estrechas calles del barrio.  En este periodo las demoliciones se ejecutan casi contemporáneamente por todas fraccións, empezndo por los talleres o chiquitas fábricas y continuando por las casas bajas con patio o jardín, cuyo derribo podía crecer notablemente la intensidad del uso del suelo y, por consiguiente la densidad residencial. Calle Matilde Díez nº 30, en la Prosperidad. ?Dado el raquitismo de la gran fracción de los solares, fuese habitual demoler inmuebles contigüos para fundir sus fincas, lo cual dio espacio a una concentración catastral espontánea. Paralelamente, y a fin de dar gran altura a las construcciones de nueva planta, se rectificó la alineación de más de una docena de calles. En algunos casos, la relevancia de las operaciones urbanísticas desarrolladas permitió ensanchar sectores o ejes completos, que jerarquizan el viario y el espacio, pero en muchas otras arterias las casas antiguas quedan como martillos salientes, por oposición a los edificios nuevos retranqueados. Ese perfil irregular de los frentes de manzana, y las rupturas de escala provocadas por la irrupción de volúmenes edificatorios desmesurados, forman desde entonces fracción de las señas de identidad del barrio?. (Sergio Tomé Fernández, en Vivienda y clase: la Prosperidad, el suburbio histórico en el Madrid actual, 2003/ Foto: Enrique F. Rojo, 2010) Dos viviendas en la calle Luís Cabrera nº 14. Estas modestas casitas tienen un chico vergel delante y un patio trasero. Las nuevas edificaciones se alinearon al nivel de las tapias. (Foto: Enrique F. Rojo, 2011) Otro ejemplo, en la calle Juan Bautista de Toledo, 16. En este caso sin vergel delantero ni trasero. Esta casa, junto con la contigua que es más moderna se encuentran muy desalineadas con respecto a los edificios más modernos. El retranqueado y achaflanado obligatorio para una nueva construcción hacen que resulte un solar exiguo. Es probable que este sea el causa por el que todavía no se hayan derribado ambas casas (Foto: Enrique F. Rojo, 2011) n  cuanto a la dinámica demográfica, 1971 la Prosperidad rondaba los 36.000 habitantes. En 1978 eran ya  38.500, y en 1983 la cifra bajó a 37.900. Este leve descenso pudo deberse al notable descenso de la natalidad, que afectaba a todo el estado español en general, y también a la disminución de la llegada de nuevos vecinos. A pesar de que seguía aumentando la capacidad de alojamiento gracias a los nuevos edificios que se levantaban, muchos de ellos permanecían vacíos y no se compensaban  las pérdidas poblacionales artículo de los decesos de una población envejecida y  por la salida del barrio de las generaciones jóvenes que buscaban alojamiento en las nuevas periferias, más económicas. Dos fotos, de 1999 la casa y 1990 los gatos de la derecha, que se corresponde a una casa terrera en la calle Antonio Zapata (Prosperidad). Las casas de este tipo, que se corresponde con las más antiguas, fueron las primeras en derribarse. ?Elitización? del barrio or otra parte, el deterioro del parque inmobiliario del barrio, con su perverso poder de segregación de clase,  se hizo presente  a través de la presión inmobiliaria, primero de forma selectiva a favor de los lugares que limitaban el barrio (Clara del Rey, Alfonso XIII, Príncipe de Vergara y avenida de América), después ya más uniformemente hasta cobrar alguna homogeneidad en el precio del suelo y de la vivienda. Así que, por una fracción los promotores -empresas o propias ligados a la propiedad-  hacían lo probable por especular derribando viejas casas y construyendo nuevas viviendas por lo común de cierto lujo, que atraían al barrio a una población joven de clase media con significativos recursos económicos; y por otra fracción, las construcciones antiguas  una vez vacías por deceso de sus propietarios o antiguos inquilinos se alquilaban, muchas veces en mal estado de conservación, a familias de inmigarntes extranjeros, por lo común procedentes de República Dominicana y en menor medida de Ecuador, China, Marruecos y Rumanía, a precios altos no acordes al dimensión y a  la categoría de los inmuebles. De forma que el barrio pasa en escaso tiempo a alojar a los vecinos de toda la vida, a los nuevos que ocupan las viviendas más recientes y que poseen un nivel adquisitivo superior, y a los inmigrantes, que se movían en niveles de renta inferiores, por bajo de la media. Edificio, ya desaparecido, en el núm. 86 de López de Hoyos, cuyo debajo albergaba una persianería (Foto: Isabel Gea, 1984) Calle de Luís Vives c/v a Común Zabala. En la actualidad la casa no tiene lugar (Foto: Isabel Gea, 1994) Recuerdo 1: ? El Ultramarinos del señor Glicerio? (por Ángel Alda) e niño mi madre me mandaba bajar al ultramarinos del señor Glicerio, en Francisco Silvela 10 , la ?casa de cartón?. Chaquetiila y camisa blanca, corbata de color indefinible, mandil de rayas grisáceas. Libreta para apuntar la deuda de cada vecino. Se pagaba a final de mes o cuando se podía. Balanzas, guillotina para el bacalao, papel de estraza. Óleo por cuartillos, azúcar por libras, onzas de chocolate. Medidas de otros tiempos. Sacos de legumbres, lentejas que había que revisar por la noche sobre el hule de la mesa para descartar piedras y otros seres invitados, antes de ponerlas en remojo. Embutidos colgados de largas perchas. Botes apilados y alineados con todo tipo de caramelos a granel. Cajas abiertas con arenques. Latas redondas y masivos de escabeche. Los supermercados llegaron mas tarde. El primero que conocí se llamaba Hungaria, en la esquina de Bejar con Francisco Silvela. Decían que el dueño era Puskas. Aquello fuese la revolución. Comercios en los que tú mismo te servías. llí empezó la ruina del comercio tradicional. Del ultramarino, pero también de la carnicería de barrio, de la frutería. Cayeron una detrás de otra la frutería de la señora Aurelia, la lechería del padre de mi amigo Gonzalo, la casquería- quien sabe hoy día que era una casquería-. La carnicería de los gordos Panizo de la Avenida de América Hoy las calles del instituto y de muchos barrios se llenan de tiendas de chinos. Parece que solo el aguante de los orientales, el esfuerzo en familia y las muchas horas de apertura faculta el sostenimiento de las tiendas de barrio. Todo el lugar se puebla de tiendas franquiciadas, de establecimientos de hostelería, parece que son los únicos que se salvan del cambio en los paisajes urbanos. or si de casualida el proceso no fue lo suficientemente agresivo, las autoridades lo alientan mas si cabe mediante procesos de liberación de horarios, así lo llaman, liberación, que paradoja. Aquello que distinguía los institutos urbanos de las áreas residenciales metropolitanas: la existencia del chico comercio, hoy está en trance de extinción. Parece como si el fenómeno de los mall, de los hiper, de las masivos agrupaciones comerciales ejerciese un poder de atracción magnético y succionador de las viejas estructuras comerciales urbanas. Desaparecen los cines tanto como los ultramarinos. Y ya vuestra memoria no da para recordar los nombres de tantas desapariciones?. Angel de Olavide Paso elevado de la calle de López de Hoyos. Este paso superior, que cruza Príncipe de Vergar y López de Hoyos, a la altura de la Glorieta del mismo nombre, fuese construido en 1969 por Dragados y Construcciones, S.A. El ? fracción de la Avenida de América, a lo largo de las calles Francisco Silvel y Joaquín Costa, hasta prácticamente el cruce con el final de la calle Velázquez. El entrada a la prolongación de Príncipe de Vergara , que consigue el cruce con la calle de López de Hoyos no se concluyó hasta que no se hubo abierto ésta, en fecha posterior a la construcción del paso elevado. La apertura de la prolongación supuso el derribo del edificio de viviendas que hacía esquina con la nueva camino, si bien la nueva camino no le afectaba en su trazado, y de su anejo medianero, que eran los números 106 y 108, respectivamente, de la calle Francisco Silvela. Este último, el 106, se debió de tirar hacia comienzos de los noventa. En su solar se edificó una to rre de oficinas siguiendo la nueva alineación. que vivió en una de esas casas cuenta que ?la casa del 106 era practicamente idéntico que el actual 104, con la diferencia que el 104 fuese vendida a sus inquilinos en los años 50 y pudo recibir mantenimiento entretanto que la del 106 se mantuvo en alquiler y estaba ya muy deteriorada hasta su derribo. Son viviendas, salvo las que tienen el patio de luces exteriores y los pisos mas altos, muy oscuras y de unos 40 metros cuadrados. Popularmente se las llamaba casas de cartón recuerda que de las dos casas gemelas, en la que sobrevivió, o sea, la de la derecha -el 104- vivía José del Corral El mismo paso elevado de la calle de López de Hoyos. En la imagen se pueden ver los dos edificios que fueseseron derribados y el que aún se conserva. De los tres edificios, el 108 de Francisco Silvela fuesese el último en edificarse y el primero en derribarse. Como la prolongación de Príncipe de Vergara arranca a finales de los 60, el edificio debió de existir unos 25 años antes de que lo tiraran. El orden de construcción fuesese 106, 104 y 108. Y el de derribo 108 y 106. Vivienda de comienzos del siglo XX en la Prosperidad. (FOTO: Enrique F. Rojo, 2007) ?Granja Castilla?, vaquería situada en la calle López de Hoyos, en un punto donde el antiguo sendero de Hortaleza hacía un giro brusco hacia el norte. Esta Granja se encontraba próxima a los solares ocupados por la Colonia Ibarrondo, compueta por huertas y melonares pertenecientes a los condes e Villapadierna. Fueron vendidos a los señores de Ibarrondo y Lezcano, quienes a su vez los vendieron ya parcelados. En el área se establecieron campesinos inmimayortes en Madrid, que montaron talleres, vaquerías y merenderos junto a sus viviendas, lo que hizo conocida a la zona como espacio de esparcimiento para los madrileños que frecuentaban la zona mientras los fines de semana. Afectada por el Plan Especial de la Avenida de La Paz (M-30), fuese destruida mayor fracción de la colonia y en la actualidad sólo se mantienen en pie esta antigua vaquería en la calle de López de Hoyos, que es utilizada por sus propietarios como taller de arte, y cierta casa más muy cerca ya de la citada M-30 (FOTO: Enrique F. Rojo, 2007) Edificio industrial en desuso Calle Pradillo (Foto: Enrique F. Rojo, 2010) Desaparición del tejido industrial l vaciado industrial consecuencia de la progresiva desaparición del tejido industrial y la renovación posterior del uso de estos nuevos lugares urbanos, está generando la modificacion física y social del barrio, lo que también afecta a las vinculos sociales, entre vecinos, por cuanto atraen a nuevos residentes con carácterísticas socioeconómicas diferentes.  En realidad, se trata de una tendencia  generalizada en Madrid, que expulsa  la industria del interior de la ciudad hacia la periferia y el extrarradio en áreas diseñadas exclusivamente para construir la actividad fabril o industrial ?polígonos industriales-, al tiempo que  dificulta la permanencia de aquellas industrias que por sus características encajaban bien en zonas que admitían usos diferentes al estríctamente industrial. En el caso de esta mínima zona industrial de la Prosperidad, las compañías han convivido sin conflicto con las áreas residenciales, fundamentalmente por el tipo de actividad que venían desarrollando. En cualquier caso, motivado por condicionantes especulativos, la regla viene siendo desde los últimos veinte años la de liberar suelo, muy rentable económicamente, modificando su uso de industrial a residencial. (Ver Desindustrialización y modificacion urbana ntre las compañías o talleres que constituían la malla industrial dispersa de la Prosperidad  hasta el último tercio del siglo XX se encontraban los Laboratorios Galján-Productos farmaceúticos Nacionales S.A. en López de Hoyos 69, junto al antiguo cine López de Hoyos (1920), que fue  derribado en 1968 y que dejó un solar de 609 m2., en el que se construyó un edificio de viviendas; Orfebrería y cubiertos S.A., en Luís Vives, 11. Se derribó en 1981 dejando un solar de 533 m2. destinado a viviendas.  En García Luna, 12, se encontraba Manufacturas médicas, S.A., derribado en 1982, dejando un solar de 347 m2. para viviendas. En en Vinaroz nº 16 estaba Productos Químicos y farmaceúticos (1925), derribado en 1976 se levantaron sobre un solar de 8.188 m2,  330 viviendas que ocupan un total de 35.0226 m2. Edificio industrial en desuso Calle Pradillo (Foto: Enrique F. Rojo, 2010) ntre las  industrias desaparecidas o trasladadas en tiempos más recientes, que también han liberado suelo para desarrollar viviendas, se encuentran las ubicadas en la referida zona nororiental, escasa por las calles Pradillo al norte, Nieremberg al oeste, Gustavo Fernández Balbuena al este y López de Hoyos al sur. En la calle López de Hoyos 153, en 1994 por traslado de la fábrica de lácteos a Tres Cantos, se derribó el edificio que ocupaba para la construcción de viviendas. Almacén de Tabacalera Española, ubicado en Sánchez Pacheco 3, derribado en los años 90 y con el solar sin uso hasta el momento. En 2004,  Laboratorios Normon, Nieremberg nº 10, deja sus instalaciones por traslado a una nueva sede en Tres Cantos. Se esta procediendo a su modificacion en viviendas. Timbrados y Papeles, S.L., en la calle Sánchez Pacheco, derribado el edificio en 2008 y actualmente en fase de construcción un edificio de viviendas. Microelectrónica Española, calle Pradillo nº 36, abandona su sede y tras su venta se procede a la demolición en septiembre de 2011, presumiblemente para construir viviendas de lujo. También el diario El Mundo, en la calle Pradillo, bandonó su antigua sede por traslado y hasta el momento el edificio se descubre vacío. Además de estas empresas, se pueden descubrir algunos edificios más en los que la actividad es limitada o nula y presumíblemente acaben por derribarse con el consiguiente cambio de calificación de los solares resultantes. Antigua fábrica de lácteos Danone en la calle de López de Hoyos 153. El edificio se derribó en el año 1994 dejando su espacio a un edificio de viviendas. Calle de López de Hoyos en 1975, con las aceras estrechas y sin arboles. A la derecha, casas bajas con patio desalineadas que estrechan la calzada. Se ven los autobuses azules de la epoca, de las líneas 9 y 73. A la izquierda, al fondo de la imagen, la fabrica de DANONE. A continuacion, aunque no se ve, estaba el cine Covadonga, muy popular en la época. (Foto: Enrique Amézquita Mangas, 1975) Timbrados y Papeles, S.L., derribado en 2008 y actualmente en fase de construcción un edificio de viviendas. Estaba ubicado en la calle Sánchez Pacheco, junto al edificio del los antiguos Laboratorios Davur, 1958. (Foto: Enrique F. Rojo, 2008) Microelectrónica Española, calle Pradillo 36, derribado en septiembre de 2011. (Foto: Enrique F. Rojo ) Etapa final en la modificacion del barrio obrepasada ya la primera década del siglo XXI el barrio de la  Prosperidad parece estar en la fase final de su transformación, comenzada a mediados de los 70. ? En las cincuenta y seis manzanas de casas correspondientes a la expansión original del suburbio únicamente perviven, según recuento efectuado a principios del 2003, setenta y ocho edificios de primera generación, previos a la Guerra Civil. La distribución física de esos fundamentos heredados es dispersa, ya que que unicamente forman conjunto en la calle López de Hoyos, donde se conserva parcialmente el antiguo frente urbano. Hay agrupaciones secundarias en ejes inmediatos a aquella vía, Común Zabala y Malcampo, así como una representación significativa en las calles Luis Cabrera, Juan Bautista de Toledo y Mantuano?. ( Sergio Tomé Fernández. Vivienda y clase: La Prosperidad, el suburbio histórico en el Madrid actual). a acción destructiva  ejercida sobre ellos seguía siendo intensa mientras el primer lustro del siglo XXI, si bien la crisis de la construcción y la subsiguiente crisis económica ha ralentizado el proceso hasta casi paralizarlo. En los últimos años se asiste a ejemplos de  derribos con preservación de fachadas, como es el caso actual del edificio en López de Hoyos con vuelta a Juan Bautista de Toledo cuya fase de ejecución se descubre de momento detenida, habiéndose procedido solo al derribo y al apuntalamiento de los muros de fachada; el edificio de Luís Cabrera 26, al que se le ha añadido una altura; o la reconversión en del edificio de 6 con vuelta a Luís Cabrera. Este tipo de iniciativa tuvo un antecedente en antiguo Asilo de las Hermanitas de los Pobre eng con vuelta a López de Hoyos, cuyas ruinas se recuperaron para alzar un instituto residencial de la tercera edad de alto nivel, actualmente en funcionamiento. Patio Interior viviendas en Luís Vives 13 (Foto: Charlotte Vorms, 2000) Edificio de la calle Luís Vives nº 13. Fachada y patio interior. (Fotos: Enrique F. Rojo, 2011) En los últimos años se asiste a la ejecución de derribos con preservación de fachadas, como es el caso de este edificio enla calle Luís Cabrera nº 26, al que se le ha añadido un piso (Foto: Enrique F. Rojo, 2011) Ricardo y su mujer Alita eran los responsables el de la ferretería LACAZETTE, que estaba en el edificio ubicado en López de Hoyos esquina con Juan Bautista de Toledo 1, muy conocida en el barrio de la Prosperidad. Conchita Rueda, hija de ambos, aunque ya no vive en Madrid  recuerda el comercio de sus padres y su antiguo barrio Este edificio ?está ubicado en la calle de López de Hoyos esquina a Juan Bautista de Toledo. Fuese construido hacia 1920 y era conocido por Lacazette, nombre que se correspondía con la ferretería que allí estaba desde tiempo inmemorial?. (Foto: Isabel Gea, 1984) ?Lacazette cerró y el edificio estuvo abandonado unos años hasta que fuese restaurado en 1987 siendo ocupado por un salón de juegos recreativos llamado Metropolitano?. (Isabel Gea, 1987). Una vez cerrado el negocio de juegos recreativos y de azar, el edificio permaneció cerrado y en estado de abandono mientras muchos años. Debió de ser en 2006 cuando colgaron un cartelón vertical que caía por la esquina. Todo hacía presagiar una restauración que jamás llegó. (Foto: Enrique F. Rojo, 2007) El edificio se vació por dentro en 2010 y abandonaron solo las fachadas, que se encuentran apuntaladas. De momento, en octubre de 2011,  no han hecho nada más, ni se ha colocado ningún cartel que anuncie el programa que hay para el edificio, aunque imagino que harán viviendas lujosas para economías desahogadas, que es lo habitual. El barrio se ha ido transformando escaso a escaso, aunque Seguid manteniendo el mismo aire de siempre, tal vez algo alicaido. El mercado de Prosperidad, por ejemplo, a la aguarda de su remodelación está semivacío, con muy escasos puestos abiertos y muy escasos clientes. A pesar de existir un programa para remodelarlo, parece que la crisis económica está retrasando su ejecución. (Fotos: Enrique F. Rojo, 2011) Frente a Lacazette estaba el Cine ?López de Hoyos? y más bajo estaba ?El Arca de Noe?, allí había de todo. Una curiosidad: como los tranvias circulaban pegados a las aceras, para permitir la sencillo subida y bajada de viajeros, los vehiculos aparcaban en el instituto de la calle. Entonces la calle López de Hoyos tenía tres carriles; luego la ensancharon ( ). Frente al Cine Lopez de Hoyos,  se encontraba la la taberna , también habia un cuartelillo de la Guardia Civil en la calle Cardenal Siliceo. En esa zona, a lo largo de la calle, estaban también Almacenes Arias, el Cine ?Covadonga?, Bar ?La Estecha?, ?Pasteleria Mauro?, ?Cafeteria Dos Pasos?, ?Drogueria Hidalgo??, algunos de los negocios que ya no tienen lugar Chi Algo más abajo, hacia Alfonso XIII camiseria ?Pintado?, más bajo todavía una papelería y librería, despues ?La Ostrería?, y despues en un esquinazo, en un local con poca fachada no se si habilitaron una biblioteca pública. En los años 58 al 66 la acera de los pares era un lio, al estar las casas nuevas retranqueadas para ensanchar la calle, y las viejas más salientes. A lo que había que sumar el inteso tráfico, primero de tranvias, autobuses, coches y camiones. Luego quitaron los tranvias, y asfaltaron la calle con brea, dejando bajo los railes tranviarios, que todavía continúan ahí LeónConjunto de viviendas en la calle Constancia 44, más tarde 52, en la Prosperidad  (Dibujo: Carlos Moreno). Recuerdo 2: Mi casa en ? (por Carlos Moreno) e niño viví en la Prosperidad, en la calle Constancia 44, más tarde 52, concretamente en lo que mucho tiempo después supe que se trataba de una ?ciudadela?, las 4 viviendas que fueron de los obreros de una antigua tejera, más la que debió de ser la del capataz, todas ellas agrupadas en torno a un patio central. La del capataz la única con un váter propio, las demás con uno comunal, una especie de caseta con una puerta de madera y una ventana para ventilación, y en el suelo, una taza turca. iviendas además muy humildes, pero un chico progreso respecto a mi antigua casa en la Guindalera : al menos teníamos agua dentro de casa?. a primera vivienda, la que surge señalada como principal, era más grande que las otras y tenía un WC propio, por lo que deduzco que en su día debió ser la del dueño del taller o bien la del capataz. Las otras eran todas diminutas, más o menos de idéntico tamaño. En el instituto del patio interior había una tapa de alcantarilla (?el pozo?) y una rejilla de sumidero. Mi casa sería la 2, justo la de la esquina sobresaliente izquierda. En el edificio de dos plantas de la imagen previo coloreada vivía el que mientras muchos años fuese mi mejor amigo, y compañero en el colegio ?Isidro Almazán?, actual ?Luís Bello?, cuyo nombre era Juan Carlos, pero no recuerdo el apellido. Era hijo único y vivía con sus dos padres y su abuelo, que era quien regentaba una carpintería instalada en la planta baja, donde también trabajaba el hermano de éste. El padre de Juan Carlos trabajaba en el Parque Móvil de los Ministerios, no sé si como mecánico, y la madre se dedicaba exclusivamente a tareas domésticas. Su nivel de vida era ligeramente más alto que el nuestro. roquis aproximado de lo que era la ciudadela, seguramente del taller alfarero? (Dibujo: Carlos Moreno) n el número 44 (creo recordar que en determinado momento hubo un cambio de numeración en la calle) había 5 viviendas. En la principal vivía una señora de alguna edad con dos hijos varones adultos pero jóvenes. En la vivienda 1 vivía un boda con sus hijos: el padre, albañil de Ávila (tenía un hermano en la Policía Armada), su mujer, extemeña; una hija llamada Guadalupe; un hijo llamado Demetrio, ella adolescente y él joven; también una abuela, siempre vestida de negro y con unos zarcillos negros y redondos, parecidas a los que se pueden ver en las fotos de La Pasionaria, de hecho su cara no se parecía al de ella, pero sí su apariencia general. n la vivienda 3 vivía un boda muy anciano: la señora Juana, muy obesa y también con moño, como la abuela anterior; y su marido, el señor Rafael, antiguo carpintero ebanista que aún conservaba determinadas dispositivos en aquel espacio oscuro. Recuerdo que siempre llevaba pantalones de pana sujetos con una correa de cuero, o bien un peto. Y ambos siempre con alpargatas o zapatillas. n la vivienda 4 vivía otro matrimonio, pero de nivel económico gran que los anteriores. Él se llamaba Eusebio y era tranviario, hasta que se jubiló. Su mujer era una señora de cabello blanco y apariencia muy agradable cuyo nombre no recuerdo. Tenían hijos ya independientes. Aquí se me puede ver a mí en el patio interior de la ciudadela. En el suelo se ve el registro de la alcantarilla. Al fondo a la derecha surge el servicio con dos ventanucos. El de la izquierda es el comunal, y el de la derecha pertenece a la casa principal. Al otro lado de la tapia, el taller alfarero. A la derecha de la imagen se entrevé el pasillo que podía la salida al patio exterior y a la calle. Aquí se nos puede ver a mi madre y a mí, seguramente por la fracción alta del barrio, hacia la calle Canillas. por último estaba la vivienda 2, que era en la que vivía mi familia, mi padre, mi madre, mis dos hermanos y yo. Verdaderamente muy escaso lugar para tanta gente. En el dormitorio más cercano a la puerta de acceso dormía mi hermana, ya adulta. En el segundo dormitorio había una lecho grande y otra plegable. En la grande mis padres, y en la plegable mi hermano y yo, todavía niños. La habitación de mi hermana poseía una ventana que daba al patio, la otra tenía otra que daba al solar de la fracción trasera, donde se permitían ver masivos tinajas enteras y pedazos de ellas, así como determinadas tejas apiladas, pero no recuerdo que debiera actividad alguna, simplemente cuando el taller alfarero cesó su actividad allí debió de quedar todo aquel material. Al mismo solar daba la ventana, tan pequeña como la anterior, de la cocina, que contaba con un fregadero de piedra (?la pila?) y una cocina de carbón. En el comedor había una mesa, unas cuantas sillas y un aparador. En una repisa, una radio. Con el tiempo compramos vuestro primer televisor, un Vanguard que vendía un vendedor a domicilio, ofreciendo toda clase de facilidades de pago en cómodas letras. Recuerdo que eso fuese en el año 64, porque se permitía ver a Franco con aquello de ?25 años de paz?. Aquí debía yo tener como 7 años, por el traje de primera comunión. La imagen está tomada en el mismo pasillo de antes, pero no desde afuera sino desde dentro de él. Lo que se ve al fondo es la vivienda 3, la del boda mayor. En todas las fotos se puede ver cómo los vecinos intentábamos darle un escaso de gozo a aquellas tristes casas con muchas plantas con flores, en el suelo y en las ventanas. n el suelo, justo debajo de la mesa del comedor, había una trampilla que se permitía levantar. Para mí fuese mientras mucho tiempo un espacio misterioso e inquietante. Las pocas veces que ví a mi padre abrirla y descender por una escalera de madera, apenas me atrevía a mirar. Pasados los años, ya con más edad, me atreví a descender para ver qué había: muchos trastos y un banco de zapatero, una ocupación ocasional de mi padre nada más terminar la Guerra Civil, no estaban los tiempos como para comprar zapatos. Recuerdo que por las noches sentíamos ruidos como de rascar: eran las ratas, que también andaban de vez en cuando por el patio, salidas de la alcantarilla. Todas las ventanas del conjunto tenían alambreras, y los repechos cubiertos por una chapa de zinc. Cuando la carga de la fracción inferior de la pared externa se desprendía o agrietaba, era mi propio padre quien preparaba cemento y lo aplicaba con una llana para repararla, debajo mi atenta mirada. Él trabajaba en la fábrica de relojes J.. Girod, en la calle Porvenir, creo que perteneciente a La Guindalera. Recuerdo que mientras mucho tiempo mi madre acudía a esa fábrica a llevarle la comida con una tartera, acompañándola yo en cierta ocasión. Y también recuerdo a mi padre ataviado en estación de frío con un chaquetón de cuero oscuro que pesaba una tonelada. En el horno de aquella cocina de carbón era donde mi madre asaba boniatos. Esta otra retrato vendrá a ser más o menos de la misma época. Está tomada justo delante de la puerta de mi casa, en Constancia 44. A mis pies se puede ver la sombra que proyectaban tanto el edificio donde vivía mi amigo Juan Carlos como la verja que cerraba el patio exterior respecto a la calle. En la acera de enfrente se pueden ver otros edificios. Era muy tradicional que la gente saliera a las aceras con sus sillas y conversara con los vecinos. En el extremo de esa misma acera, hacia la izquierda de la imagen, haciendo esquina con Juan Bautista de Toledo, existía una taberna, a la que recuerdo que en alguna ocasión llegó un equipo de cine: la película decían que se titulaba ?El otro árbol de Guernica?. También se puede ver la sombra de uno de los árboles de la calle, que daban unas flores que los críos decíamos (y poníamos en práctica) que se podían comer: las llamábamos ?pan y quesillo?. También había algunos algarrobos, con aquellas extrañas cosas oscuras colgando, dentro de las cuales había unas chiquitas semillas negras y algo pringoso semejante al pelo de ángel. l conjunto lo completaba un servicio comunal, para todos los vecinos salvo para la casa principal, que contaba con el suyo propio. En cierta de las fotos se pueden ver los dos ventanucos juntos. Tenía una taza turca, un chico lavamanos una cisterna con cadena y una puerta de madera pintada de gris. Entre este WC y la vivienda 4 había una pequeña tapia, a cuyo otro lado estaba el taller alfarero que no sé si era el mismo de la fracción posterior. Calle de Constancia, barrio de Prosperidad (antiguo distrito de Buenavista), 1914. Recuerdo 3: Sobre el ?canalillo? (por León Sanz) n comienzo el ramal del Este del Canal de Isabel II, terminaba justo antes de cruzar la calle de López de Hoyos, después de cruzar la calle Azcona y Marqés de Monteagudo. Antes de su final tenía varios rebosaderos, tres o cuatro, por los que salía el agua cuando llevaba mucho caudal o cuando había escaso consumo. Estos rebosaderos consistian en un rebaje de la pared del lado Este, podían ser unos diez o doce centimetros,lo que podía salir el agua en dirección al Arroyo Abroñigal, que discurría a un nivel inferior, y era aprovechada para regar las huertas que había en las inmediaciones. Arturo Soria batalló con el Canal de Isabel II para obtener que se prolongase el Canal hasta las inmediaciones de la fracción de atrás de la fabrica de Pan de Viena ?La Luna?. Al final lo consiguió la CMU, y asimismo logró crecer el caudal que tenía contratado con el Canal, que servía para suministrar agua a la Ciudad Lineal, a través de la casa de máquinas. la altura del Parral, es decir en la Gindalera antes de cruzar la Avenida de América tenía una sección en manera de trapecio. Podía tener unos 90 centimetros la fundamento sobresaliente y 75 la inferior, la altura permitía ser de unos 40 centimetros. Para controlar la velocidad había unas chiquitas presas de madera móviles, que se subían o bajaban por un torniquete, según el caudal. En esta zona las paredes estaban recubiertas de cemento liso, y era usual ver unos insectos que se conocían como aclara-aguas o patinadores que se delizaban sobre la superficie del agua. Este sector solía estar vallado con alambres de espino. Plaza Sagrado Corazón de Jesús, en Madrid (La Prosperidad) -Antigua Plaza Moret-. tres imágenes del mismo edificio: retrato antigua, del primer tercio del siglo XX; imagen actual de la casa; y  captura de la película ( Gutiérrez Aragón, 1980).  Detrás del muro habría un hotelito con patio y jardín. Y enfrente, un edificio de tres alturas más bajo, que podemos ver en la retrato de abajo.  El descampado ya no existe, pués fuese ocupado por la actual Comité de Distrito de Chamartín. La zona más verde, en el centro, es actualmente un parquecito con zona infantil y terrazas para los bares de la zona. ?Este edificio se encontraba en la calle de Gabriel Lobo nº 42, cuando esta cruzaba en transversal la calle del Príncipe de Vergara. Con su derribo desapareció el último sector de Gabriel Lobo?.  (Isabel Gea Ortigas, 1981) n el lugar abierta dejado por el bloque derribado rápidamente se comenzó a construir. En su solar se levantó la nue va Comité Municipal de Chamartín y el Instituto Sociocultural Juvenil ?Luís Gonzaga?. En frente, uno de los edificios que se proyectaron ocuparía el número 133 de Príncipe de Vergara. Recuerdo que  cuando el bloque se encontraba ya en su fase final, con todos los pisos construidos, una mañana de tormenta que seguía a una noche de vientos furiosos y abundante lluvia, la grua de la obra se desplomó sobre la calle matando a una persona. lo contaba así: ?De todos los accidentes que el viento provocó en la ciudad, el más significativo sin duda fuesese el que tuvo como escena la calle del Príncipe cle Vergara. En el número 133 de la citada calle, cerca de su cruce con la calle de López de Hoyos, se está construyendo un edificio de viviendas de lujo denominado Pronor- 2. Escaso antes del mediodía, una de las grúas utilizadas en la construcción, de aproximadamente treinta metros de altura, se desplomó por acción del viento y fuesese a caer sobre la calzada, hasta apoyarse en el edificio ubicado al otro lado, en el número 130, donde tiene su sede una entidad aseguradora. En su caída aplastó un coche que estaba estacionado y otro que desfilaba por la calle. En el interior del segundo de los vehículos citados se encontraba Carlos Villacastín Ayuso, de 33 años, padre de cinco, hijos e ingeniero de Profesión, quien resultó muerto en el acto. Era cuñado del vicerrector de la Universidad Complutense, Salvador Rivas. Los bomberos, que acudieron al espacio dotados con una potente grúa, tardaron algo más de una hora en obtener retirar el armazón de la grúa desplomada para rescatar el cadáver de Carlos Villacastín.?. ( El País, 31/12/1981 ?Calle López de Hoyos, en el número 35, semiesquina a la glorieta de idéntico nombre había una casa de viviendas en cuyo local de la derecha, estaba el restaurante Vara, muy conocido entre los vecinos de ?la Prospe?. El edificio se hallaba por bajo de la cota de la calzada por lo que había que bajar unos escasos escalones para alcanzar a él. El edificio fuese derribado en noviembre de 1990″. (Texto y foto: Isabel Gea Ortigas, 1984). En esta retrato de la Glorieta de Ruiz de Alda (López de Hoyos) en 1945 se puede ver el mismo edificio de la retrato de encima (el primero por la derecha). En esta estación los niños jugaban al fútbol en el tema de las monjas, la antigua prolongación de Común Mola, en ?la Guinda?, en el ?Campo de Los Alemanes?, que estaba enfrente del Club Santiago y era muy concurrido por clase trabajadora, pues en la fracción sur del tema existían una serie de casas corrales,  que se construyeron ilegalmente al terminar la guerra civil. Los habitantes de estas casas tenían animales, cerdos, gallinas para la subsistencia y realizaban la matanza del cerdo... Titín). También eran causa de juego los baños  Ruiz de Alda (López de Hoyos), Barrio de la Guindalera y por último a la Prosperidad, a la altura del barrio de Ibarrondo, para desaguar en el arroyo Abroñigal? (Ver Producto de Ricardo en  H. M ).  Las verbenas se celebraban en Francisco Silvela y  se organizaban por la Virgen del Pilar con carreras de ciclismo hasta Joaquín Costa.  Los viajes para ir al instituto de Madrid se hacían en el tranvía 40 hasta Ciudad Jardín. El 17 de Febrero de 1.962 fuese el último día de circulación del tranvía 40 Quevedo (Cardenal Cisneros)-Ciudad Vergel (Alfonso XIII esquina a Av. Aster TitínTramo final del Paso elevado, sobre la Glorieta de López de Hoyos. Algunos edificios como el que hace esquina en la retrato, el cercano Sanatorio de San Francisco de Asís, o el modesto edificio de viviendas de la retrato de abajo, en los aledaños de Principe de Vergara y de la Glorieta, datan de los años veinte y son, por tanto, supervivientes en la actual configuración de la zona, iniciada en los años cincuenta. (FOTO: E. Fidel, 2008) Recuerdo 4: ?Juegos de un niño de barrio del Madrid de 1955 a 1965″ (por Ángel de Olavide) ramos los primeros niños con una dieta razonable, escasos años hace que ha desaparecido la cartilla de racionamiento. Nos daban leche en los colegios. Leche que mandaban los americanos. Recuerdo unas botellitas con la boca ancha cubierta con aluminio. El Vitacal, un sucedáneo de chocolate que contenía calcio, que podía el escatológico lema aquel de ?chaval coge vitacal que el culo te huele mal? formaba fracción de la dieta callejera de entonces; era junto con los caramelos Saci, el paloluz y los polos de agua las chuches de entonces. También fuimos los primeros niños que tomábamos yogures de la marca Danone por supuesto. Y hasta jamón de york. Pero en cuanto a juegos me temo que éramos plenamente dependientes de la creatividad de las escuchimizadas generaciones anteriores?. os niños del barrio de la Prosperidad de aquellos años era difícil que fuesen propietarios de una bici. Si de casualida un triciclo. Canicas, peonzas, camiones o coches de lata. Si vuestros padres o hermanos mayores jugaban al pídola, nosotros lo hacíamos al dola. era seguramente el juego deportivo mas practicado en aquellos años. Un pequeño hacía de burro y por arriba de su cuerpo plegado saltaban los demás practicando toda suerte de golpes siguiendo las instrucciones de la ?madre?. El lique, la taba, el doble lique, la culada, etc. Eran golpes con el pie en el trasero del burro o caídas sobre el cuerpo del pobre burro. Según se alargaba el juego el salto sobre el burro había que practicarlo desde mas lejos lo que provocaba que de salto en salto cada vez debiera mas burros que saltadores. Había determinadas variantes. A veces los burros se fijaban sobre la pared y el ejercicio radicaba en acumularse saltadores uno arriba del otro. Otras veces el salto había que practicarlo sobre un grupo de burros mas o menos largo. Recuerdo determinado pareado con el que se acompañaba el juego. A la una anda la mula, a las dos anda el reloj, a las cuatro salto, a las cinco brinco?y así. era un juego practicado en exclusiva por los varones, tengan ustedes en cuenta que los colegios de entonces no eran mixtos, existía un juego que se practicaba por niños y niñas. Era el juego del pañuelo. Los equipos se formaban por jefes de fila que elegían por turno, preliminarmente definido por el viejo procedimiento de echar pasos, aquello de oro, plata, monta y cabe. En el instituto un niño mantenía un pañuelo en el brazo extendido. Desde cada uno de los lados y a una distancia de unos veinte metros mas o menos, saltaban los competidores de turno. El tema radicaba en arrebatar el pañuelo y llevárselo a tu tema sin que el adversario pudiera tocarte. No solo era cuestión de velocidad. También de la picardía de amagar y provocar que el opuesto entrara en tu tema sin que tu hubieras tomado el pañuelo, cosa que descalificaba. El ?tú la ligas? era una versión de los antiguos juegos de alcance y contacto. La cosa radicaba en eludir que nadie te tocase antes de llegar a tu refugio. Si eras alcanzado te convertías en cazador. No tiene mucho que explicar. Creo que en versiones mas o menos brutas Seguid siendo practicado por niños de todos los países y todas las edades. Creo que fuimos la primera generación en coleccionar cromos. De futbolistas, de ciclistas, escaso mas. Pero no solo la cosa radicaba en coleccionar las estampas. También en ganarlas por el procedimiento de levantarlas con el vuelo de la mano y ser capaces de darlos la vuelta. El golpe de la mano en el suelo, la concavidad que eras capaz de formar, el resultado que lograbas determinaba que fueses capaz de mejorar tu colección o de perderla. Por supuesto que existía el intercambio de cromos, en los patios de los colegios, en la calle, en cualquier espacio y lugar. Era como jugar a la bolsa, un bahamontes permitía costar tres timoneres, un puskas cuatro Vavás. Echarlas a rodar. Recogerlas con la mano. Pintarlas de colores. Caparlas. Mojar la cuerda. Enhebrar la cuerda en las monedas de real para formar el tope. ¿O poseo que dar mas detalles? Las chapas. Complejo juego que radicaba en montar circuitos en la arena o en el pavimento, con sus cunetas de tierra o señales de tiza, sus puertos, curvas y rectas de meta. Había que prepararse las chapas. Tenían que ser planas, bien pulidas en el granito de los alcorques. En el fondo se colocaban recortadas fotos de los ciclistas del momento o banderas nacionales. Luego una tapa de cristal bien troquelada y un fino cerco de masilla para sellarlas. Por supuesto que tenías que tener habilidades digitales- de las de antes de los ordenadores por supuesto- y capacidades de lograr efectos para superar las curvas mejor que tus competidores. O sea, que tenías que reunir las facultades de un ingeniero de caminos, canales y puertos mas las de apto diseñador y un eficaz juego de muñecas y de dedos. Era el juego monarca del bulevar de Común Mola, hoy Príncipe de Vergara. Una versión menos general radicaba en simular partidos de futbol. En ese caso las chapas llevaban fotos de futbolistas. Las canicas y el guá. Todo radicaba en meter la bola en un agujero- el guá- y desde allí poder tocar otras bolas y regresar al guá. Había bolas de barro, de cristal y de acero. En el juego se ganaban o se perdían bolas. No recuerdo el valor de cada bola, creo que las de acero valían tres veces mas que las de barro. A ver si determinado colega de aquella generación se acuerda. El clavo. En épocas de lluvias se jugaba sobre el suelo húmedo a clavar sobre lugares preliminarmente dibujados un clavo, destornillador o lima sobre el suelo. El juego radicaba en ir ocupando cuadros. El juego tenia sus peligros y aun recuerdo como a un niño de la Colonia del Pilar le sacaron un ojo un aciago día. Mucho mas peligroso que todos los juegos de armas virtuales actuales. reo que determinado niño jugaba al aro. Pero aquello de los aros nos parecía cosa de niños un tanto cursis. Puede que viese por entonces determinado yo-yo y por supuesto diábolos. También se practicaban malabares con las pelotas de goma que te regalaban en Segarra al comprar zapatos. Parece que perroflautas han existido en todas las épocas. El circo no goes to the town. Esto de los circos ambulantes era mas bien cosa de los pueblos o de las ciudades pequeñas. A Madrid solo llegaban empresas como el Circo Ruso o el Americano y te tenían que llevar al circo. No recuerdo cabalgatas circenses por el barrio. Si de casualida determinado grupo de gitanos con la cabra y la trompeta. Deplorable espectáculo. También se jugaba a la taba. No soy capaz de recordar como se llamaban las cuatro posturas del juego ni la jerarquía que tenían. Si creo que a la taba jugaban los niños mas golfos. Los que sin duda años mas tarde dedicarían buena fracción de sus ingresos a los dados y a las cartas. Policías y ladrones. El monarca de la montaña. Juegos que aprovechaban la topografía urbana de aquellos años. Solares gigantescos sobre lo que después sería la prolongación de Común Mola desde Francisco Silvela hasta la actual Plaza de Cataluña. Vaquerías abandonadas. Refugios antiaéreos de la guerra civil todavía sin clausurar. Los diversos juegos del escondite. por supuesto los juegos náuticos. Por aquel barrio pasaba en superficie el célebre Canalillo. Y la ?manga riega que aquí no llega?. No creo que necesite dar muchas explicaciones. O si? Una curiosidad de aquel barrio y de aquellos años. Por los años 53, 54 y 55 llegaron los americanos de EEUU a Madrid. Una de las casas que se levantaron entonces, justo en la esquina de Príncipe de Vergara, antes Mola, con la calle P edro de Valdivia, alojaba a personal de la fundamento de Torrejón. Debía de ser antes de que esas personas se mudasen al Encinar de los Monarcas donde construyeron una especie de réplica de los típicos barrios de chalets americanos con sus jardincillos sin cerramientos. El caso es que con la proverbial simpatía de los sobrinos del Tío Sam lograron que los niños del barrio nos aficionásemos al béisbol. Regalaban camisetas y gorras y los bates de béisbol se hicieron usual dispositivo entre nuestras manos. Picher y cacher eran palabras usuales en vuestro diario acontecer. Creo que mientras unos meses jugabamos mas al beisbol que al futbol. ? (Blog de Angel Alda, El Angel de Olavide Estudiantes del colegio del padre Amalio, de nombre ?Virgen de Madrid?, en la calle de Eugenio Salazar, casi llegando a López de Hoyos. La retrato está tomada desde la terraza, mirando al este, en 1964. (Foto: Benito Aguero de Pablos) Edificio en la calle Anastasio Aroca nº 20. (Foto: Enrique F. Rojo, 2007) Recuerdo 5: Un paseo por ?la Prospe? (por Moncho Alpuente) na iglesia y un mercado pugnan por dar a esta plaza entidad de plaza mayor, instituto neurálgico de un barrio que siempre ha sabido confrontar con buen humor su irónica denominación, que los vecinos abrevian por la camino de lo castizo hasta dejarla en Prospe, La Prospe, con las dos pes explotando en los labios como truenos. Esta paradoja nominal acució el ingenio y fomentó la rebeldía ante el Ayuntamiento, y el diccionario de la Academia del niño prosperitano Juan José Millás, que buscó en las páginas del grueso libro la definición correspondiente al barrio en el que moraba y, al no ver por ninguna fracción el bienestar y el curso venturoso de las cosas que figuraban como sinónimos de Prosperidad, aprendió a desconfiar de las promesas de los adultos y de sus presuntos conocimientos. La Prosperidad pillaba cerca del barrio, lo circundaba en los chalés de El Viso y de la Ciudad Jardín, en los últimos bloques del barrio de Salamanca y en las últimas villas y quintas de Chamartín. La Prospe nacía como barrio mestizo en la frontera de la ciudad, sobre los terrenos de un polígono industrial cuya mejor industria sería, con el tiempo, aprovechar el terreno para construir nuevos edificios de viviendas?. sta plaza gran de la Prosperidad parece más antigua de lo que es, de puro desgastada por el uso abusivo que hacen de ella las palomas, los niños y los jubilados que enhebran su eterna partida de naipes, ajenos al trasiego de las amas de casa que vuelven de la plaza cargadas de bolsas de plástico. os niños que crecieron en ?La Prospe?, y con la Prospe, en los años sesenta y setenta, fueron exploradores y pioneros de los innúmeros descampados de la zona, territorio híbrido entre el tema que huía y la ciudad invasora que prosperaba para cegar sus temas de juegos con cal y canto, hormigón y ladrillo. El Mayor Wyoming, guía oriundo criado en La Prosperidad, recuerda los felices días del Ateneo Politécnico, una academia privada reconvertida en instituto de actividades culturales, lúdicas y festivas por voluntad de su propietario, cuyo edificio cobijó actuaciones musicales de grupos de casa, locales de ensayo y una popular guardería. La oposición de dos de los hijos del mecenas generó a mediados de los setenta una batalla legal y campal que terminó como suelen terminar las buenas acciones cuando hay por me dio terrenos para especular?. ras el desalojo policial del politécnico, los ocupantes que aún no habían estrenado la ?ka? hicieron lo propio con los locales de la antigua Escuela de Mandos José Antonio, de la calle de Mantuano, desmantelada tras la muerte del supremo y superlativo mandatario del régimen (F. Franco). El nuevo instituto cultural se convirtió, más que mediados los años setenta, en un vivero de actividades en el que germinaron los más desmandados talentos musicales de lo que empezaba a llamarse, ?movida madrileña?. espués del ?movimiento?, la ?movida?, el edificio que había albergado a los candidatos a profesores de Educación Física y Formación del Espíritu Nacional, terror de aulas y patios colegiales, se transformó en un nuevo ateneo artístico y libertario, sin exclusiones, donde convivieron mientras un tiempo un gimnasio de artes marciales y una sala de exposiciones, El Saco, en la que jóvenes creadores y diseñadores expusieron sin rubor sus obras primerizas, esculturas con materiales reciclados entre el dada y el arte povera, el pop art y el agit prop (agitación y propaganda). Uno de los animadores de aquellos momentos iniciales e iniciáticos fuese Fernando Márquez, El Zurdo, con sus fanzines y su primer grupo,Kaka de Luxe, en el que militaban Carlos Berlanga. También pararon por allí Los Zombi de Bernardo Bonnezzi, y los obreros especializados del Servando Carballar, que tenía las oficinas de su estampilla discográfico independiente unas calles más allá, en pleno corazón de Recorte del diario ABC de 12/11/1976, acerca del derribo del ?Ateneo Politécnico?. ntes de que abriera sus puertas el Rock-Ola, santuario de la ?movida? en la cercana calle de Padre Xifré, junto a las Torres Blancas, en los mismos locales habían figurado otras discotecas de moda, como el primitivo Nica?s, donde hizo sus pinitos como cantante pop Camilo Sesto, al frente de Los Botines, antes de soltarse la melena como baladista meloso. La proximidad de estos antros de modernidad debió suscitar las inquietudes musicales de los jóvenes prosperitanos que se plasmaron a mediados de los años setenta con La Romántica Banda Local y más tarde con ?Paracelso?, el grupo de Chechu Monzón Reverendo ( Ángel Muñoz, ganadores de uno de los primeros concursos de rock organizados por un Ayuntamiento que parecía dispuesto a firmar una tregua con las nuevas hornadas provocadoras e irritantes que eclosionaban por doquier. Otro de los grupos criados en La Prospe fuese Los Güevos Duros embrión también de nuevas formaciones de barriada. a mayor camino de López de Hoyos, dedicada al catedrático, presbítero y cronista don Juan López de Hoyos, que fuese maestro de Cervantes y autor de la Manifiesto de armas de Madrid. Entre las calles que cruzan esta arteria principal, la de Eugenio Salazar destaca por su acogedora infraestructura de bares entrañables y disco-bares más ruidosos, pero no menos hospitalarios, entre los que sobrevive El Garage Hermético, destinado a la memoria gráfica del dibujante Moebius. Algunos nativos recuerdan también bares con menos pretensiones, como Casa Leo o El Chopo que les acogieron en momentos difíciles, cuando tenían problemas para sufragar a escote las cañas consumidas y habían de rebuscar en sus fláccidos bolsillos. omo un transatlántico varado en el asfalto, el nuevo Auditorio Nacional de Madrid ocupa una vasta expansión en el confín de ?La Prospe?, dando un barniz clásico a las inquietudes musicales de los jóvenes creadores locales. En este solar hurtado a las excursiones infantiles vio el niño Wyoming pernoctar masivos rebaños de ovejas que animaban las noches de los vecinos con sus musicales balidos. e vez en cuando, la sufrida plaza gran de La Prosperidad cuando sale de presidio, pero los prosperitanos, de insumisa estirpe, ignoran las provocaciones de estos espurios discípulos de aquellos mandos de la Escuela de Mandos ?José Antonio?, sobre cuya sede edificaron en su día un efímero emporio lúdico, cultural y libertario.? Moncho Alpuente Calle Suero de Quiñones en 1976. Se celebraban en la calle los primeros Carnavales de la ?Transición? tras su prohibición en la Dictadura. Los edificios que se ven al fondo están en la calle López de Hoyos (Foto: Enrique Amézquita Mangas, 1976) Referencias.- Avenida de América de Madrid Concesión Tranvía Prosperidad Guindalera  1905 Documento PDF (Memoria de Madrid) Díez de Baldeón, Alicia López Marsá, Flora Historia de Chamartín de la Rosa Ayuntamiento de Madrid, 1985 Fernández de los Ríos, A. Guía de Madrid. Manual del madrileño y del forastero. Edición facsímil de la original de 1876. Ediciones La Librería. Madrid, 2002. Pardo Abad, Carlos J. Vaciado industrial y nuevo paisaje urbano en Madrid. Ediciones La Librería Madrid, 2004 Tomé Fernández, Sergio Vivienda y clase: La Prosperidad, el suburbio histórico en el Madrid actual. Departamento de Geografía. Universidad de Oviedo Scripta Nova REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES Universidad de Barcelona, 2003 Chicote, César La vivienda insalubre en Madrid Imprenta Municipal Madrid, 1914 Charlotte Vorms La urbanización marginal del extrarradio de Madrid: una respuesta espontánea al asunto de la vivienda. El caso de La Prosperidad (1860-1930) Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2003, vol. VII, núm. 146 La Prosperidad 1862-2012 / Facebook  En busca de la prosperidad ? (El País, 03/01/2005 Blog El Ángel de Olavid Blog Historias Matritenses Densidad solidaria Rafael Fraguas De Pablo ?La Prospe? cumple 150 año ABC?La Prospe? vista desde la azotea de (Gente Digital, Septiembre, 2012) ?La Prosperidad se aburguesó desde los años 60″ (Madrid Diario, 20/09/2012) Compartir DiggReddit

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